sábado, 16 de junio de 2007

BORRAR EL PASADO: JOHN BERGER

John Berger
Borrar el pasado (algunas notas en torno a un dibujo)

John Berger, selected essays, publicado por Pantheon Books, en Nueva York" para La jornada

Imagen del escritor tomada del libro John Berger, selected essays, publicado por Pantheon Books, en Nueva York. Foto: Jean Mohr


Como las palabras, las apariencias pueden leerse también y, de entre las apariencias, el rostro humano constituye uno de los textos más largos.

Alexandra (ver el dibujo) visitó París por vez primera en su vida -tiene 83 años- la primavera pasada. Hasta hace un par de años practicó la medicina en Moscú. Nació en Kursk, a 800 kilómetros al sur de la capital. Gracias a dos amigos rusos nos conocimos y nos sentamos los cuatro a la mesa a cenar juntos en un jardín suburbano al sur de París.

Le pregunté qué la había hecho decidirse a estudiar medicina. Los innumerables muertos y heridos durante la batalla de Kursk, me contestó. Fue esta batalla, tras la de Estalingrado, la que le abrió al Ejército Rojo una vía para avanzar hacia Berlín.

La conversación en el jardín continuó despacio. Ella se ve considerablemente más joven de lo que es, y tiene un modo de hablar que es aéreo, suelto y, al mismo tiempo, considerado. Al escucharla uno puede sentir la intuición de Heidegger que decía que ''el lenguaje es la casa del Ser"; ella lo hace a uno sentirse a gusto en esta casa.

Al graduarse como médica en los años 50, de inmediato la enviaron a una mina de uranio en Turkmenistán. Los mineros eran seks, prisioneros políticos del Gulag. En esa época, la Unión Soviética necesitaba uranio con urgencia para fabricar sus bombas, y así lograr una paridad nuclear con Estados Unidos que le permitiera establecer ''la disuasión mutua" que perduró hasta 1989.

Como era previsible, tras unos cuantos años todos los mineros del uranio sucumbieron de cáncer. Igual que yo, dijo Alexandra. Recé y me recuperé y regresé a Moscú donde practiqué como pediatra durante 40 años más.

Alia Alexandra, de 83 años de edad, médica,
en un dibujo del escritor británico John Berger

Y mientras hablaba, comía y reía en el jardín...

-¿Cómo explicas tu energía?

-Es la gente. Es muy simple, amo a la gente.

Conforme esto proseguía, tuve la urgencia insistente de dibujarla. La miré a los ojos y asintió.

Antes de que se levantara para irse, le pedí que escogiera entre los dos dibujos que le hice. Escogió el más débil de ambos. Pienso que fue deliberado; quería que yo me quedara con el más firme.

Al mirarlo a la mañana siguiente, me parecía que los trazos del rostro pedían trazos de palabras.

* * *

Esa misma semana, había en la prensa internacional una foto de Bernard Kon, de 97 años de edad, un ingeniero polaco que vivía en Varsovia, quien -según una nueva ley propuesta- corría el riesgo de perder su magra pensión estatal por haber sido voluntario en las Brigadas Internacionales y haber combatido en 1937 por los republicanos en la Guerra Civil Española.

La expresión de sus ojos tiene algo en común con los ojos de Alexandra. Tal vez porque ambos vieron las mismas cosas. Lado a lado sus rostros hablan de logros personales (y de dolor) que no piden reconocimiento, porque cada uno -Bernard y Alexandra-, de modos diferentes, exudan un sentido, en parte trágico, en parte triunfal: haber elegido prestar atención a la historia, buscarla, y así, pertenecer a ella. Lo extraño es que esta pertenencia les permite tener una identidad tan nítida.

Por fortuna la nueva ley que amenazaba a Bernard Kon y a miles de otros fue declarada inconstitucional, pero la operación ''barrer con el comunismo" de los espantapájaros gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski (presidente y primer ministro de Polonia desde el verano de 2005) continúa, y es típica de muchas iniciativas políticas de hoy.

Cuando la decisión es no leer las complejas experiencias de la historia, el propósito ubicuo de dichas iniciativas es borrar el pasado y reducir así todas las alternativas políticas a una sola que se despliega en un instante.

Para ponerlo gráficamente, el largo texto del rostro humano es reducido a instantánea fotográfica de archivo criminal.

* * *

El dibujo de Alexandra seguía en la mesa mientras leía yo las pruebas del próximo libro de Naomi Klein: The Shock Doctrine, The Rise of Disaster Capitalism (La doctrina de la conmoción, surgimiento del capitalismo del desastre), cuya importancia es incalculable.* En éste, ella estudia la carrera del notorio economista Milton Friedman. En los años 50, daba clase en la Universidad de Chicago y elaboraba su teoría de libertades globales para un nuevo capitalismo sin restricciones estatales ni trabas de gobierno alguno. Un capitalismo con el cual ya soñaban las corporaciones multinacionales en expansión y los inversionistas bancarios promotores de la dislocación. En la década de los 70 Friedman se convirtió en el asesor económico de Pinochet y, al poner sus teorías en práctica, puso de cabeza la economía chilena. Después se hizo mentor y profeta visionario de Thatcher, Reagan, los dos Bush, Blair, Sarkozy...

Si no hubiéramos extraído uranio para fabricar armas nucleares, dijo Alexandra en el jardín, nos habríamos convertido en colonia estadunidense.

Visto como teórico, Friedman nos recuerda de algún modo al doctor Strangelove (la novela de Peter George, el filme de Stanley Kubrick): una historia de dogmatismo, ingenuidad, cinismo y el sueño de ser visto como salvador. (Friedman obtuvo el Premio Nobel.) El alegaba que las economías ''puras" y sin distorsiones podrían arreglarlo todo. Su rostro es el de un ''tío sonrisas" al que nunca, nunca, se le ha visto en exteriores y que te lleva a la ventana para explicarte lo que es y lo que no es importante en la vida.

También fue, sin embargo, un político práctico cuyo récord es el de ser implacable. Reconoció desde el principio que su solución ''pura" para los predicamentos humanos nunca sería aceptada por aquellos a quienes se les imponía, a menos que estuvieran en un estado de dificultad alarmante.

Para que la gente acceda al desmembramiento de la asistencia social, a la abolición del salario mínimo y a cualquier control propio sobre sus condiciones laborales, a la privatización de los servicios sociales, a impuestos iguales para ricos y pobres, a la pérdida de cualquier derecho legal de protesta efectiva; para que la gente acepte este trato (polo opuesto del Nuevo Trato de Roosevelt), primero tiene que sufrir el desastre económico y ser golpeada por el pánico.

Esta es la Doctrina de la Conmoción, la cual, por algún tiempo, ha permeado y determinado las decisiones globales del G8, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los estrategas de la CIA y, algunas veces, las fuerzas armadas estadunidenses (Kuwait, Irak). En ocasiones esta conmoción es diseñada totalmente (como en Chile, en 1973); algunas veces se la apropian oportunistamente (como en Rusia en 1991 o en Sudáfrica en 1996).

La inquietante revelación del libro de Klein es que quienes instigaron y abogaron por la ''conmoción económica" de Friedman están asociados muy de cerca con los equipos de la CIA (ver el Manual Kubark) que trabajan con técnicas coercitivas de interrogatorio cruzado en condiciones de conmoción física: es decir, tortura de prisioneros.

Un mes antes de que fuera asesinado, mi amigo Orlando Letelier, ministro de Defensa de Allende, hizo exactamente las mismas conexiones entre lo que ocurría en la economía chilena y lo que sufrían sus camaradas en prisión. Orlando tenía el rostro de un cantante para quien cada canción podía ser la última.

Cada uno de estos tipos de conmoción extrema son diferentes y devastan de modos diferentes. Uno es solitario y físico: el otro colectivo y ontológico. El primero es producido sin misericordia por los electrochoques (asiduamente estudiado por la CIA desde los años 50) y por la privatización sensorial. El segundo es producido mediante la supervisión y el manejo por etapas de un colapso económico, un desmantelamiento de todas las infraestructuras sociales previas, la programación temporal de un periodo de pobreza y pánico abyectos, y luego, cínicamente, el ofrecimiento de salidas con falsas promesas. Ambos tipos de conmoción son aplicados con el fin de aplastar la resistencia, y esto se hace destruyendo, primero que nada, el sentido de identidad de los sujetos.

Quienes administran las sacudidas, la conmoción -sean torturadores, economistas o espantapájaros- han aprendido, tras 50 años de experimentos, que la manera más efectiva de destruir el sentido de identidad de los pueblos es borrar el pasado, desmantelar y fragmentar sistemáticamente las historias que hasta el momento se han narrado entre sí acerca de sus propias vidas.

Una vez borrado el pasado, puede usarse cualquier variante del eslogan que, pese a su pretendida inocencia, es corrupto políticamente: una oportunidad impecable, un nuevo comienzo, una renovación. Tal es la demagogia del neoliberalismo.

* * *

Alexandra se sentó en mi jardín durante la campaña presidencial a la presidencia de Francia. Lo notable del estilo de los dos principales candidatos era su rechazo a dar explicaciones. Ninguno explicaba lo que ocurre en el mundo, el impacto de dichos sucesos en Francia ni sus previsibles consecuencias y, como tal, las alternativas que podían elegirse. Ambos carecen de mapas. Y no tienen mapas porque no se atreven a hablar de la historia. Unas cuantas referencias demagógicas, un debate o dos acerca de algunas estadísticas locales recientes, pero ninguna lectura de la historia, ningún reconocimiento de los lapsos de vida históricos, ninguna conciencia de las historias que la gente se narra a sí misma para darle sentido a la lucha de vivir. Y esto, teniendo enfrente al que era, por lo menos hasta hace poco, el electorado más politizado de Europa.

Tal conspiración de silencio cambia profundamente la naturaleza de unas elecciones. El primer principio democrático es que las personas elegidas tienen que rendirle cuentas a quienes las eligen: el cómo gobiernan será evaluado por los gobernados. Para ponerlo de forma diferente: el cuestionamiento que hagan los electores tiene, en el largo plazo, un peso en el proceso de toma de decisiones. La dialéctica de la discusión remplaza a la obediencia ciega, que no es democrática.

Si los candidatos no delinean su visión de la época que viven ni plantean una propuesta de estrategia para la supervivencia, si lo que vayan a hacer no se dice y no puede leerse, el electorado no puede cumplir su dialéctica, porque no existe un diálogo en torno a lo que es esencial. Cuando un candidato no cuenta con mapas, o finge que no los tiene, el electorado se ve reducido a ser un caballo de tiro.

En su conspiración de silencio, los candidatos parecían tener un acuerdo tácito. Cuando todo espectador es un cliente, el debate se achica a competencia de estilos, y la última encuesta de opinión cuenta más que cualquier visión compartida del futuro, además de hacer obligatoria la autopromoción.

Ambos candidatos respondieron a algunos temores, a conmociones particulares que sienten varios sectores de la nación y prometieron no olvidarlos nunca, sin que en momento alguno se refirieran al todo ni preguntaran con y junto al pueblo: qué ocurre en el mundo.

El habla de los vendedores es inconsecuente, repetitiva, reafirmativa, porque desde antes saben a dónde quieren llegar. Ambos candidatos se dirigen a la misma ganancia final: Confíen en MI y en mis promesas.

Por el contrario, lo que yo llamo una lectura de la historia implica tomar en consideración -de manera compartida- los sucesos, sus causas y sus consecuencias, una discusión acerca de los posibles márgenes de maniobra (la historia rara vez es generosa), y luego la presentación y la explicación de las políticas. Las promesas hechas sin considerar lo anterior son todas delincuentes.

Hace 50 años, dijo Alexandra, el valor de la vida humana era diferente.

Finalmente, ¿por qué ninguno de los candidatos se atrevió a hablar de historia? Tengo mis propias anotaciones. Madame Royal, porque no sabe qué decirle a Rosa Luxemburgo. Monsieur Sarkozy, porque tiene la doctrina de la conmoción económica oculta en la manga.

Miro de nuevo el rostro de Alexandra mientras está ahí sentada en el jardín y recuerdo una frase de Anton Chéjov, quien también era médico. ''El papel del escritor es describir una situación con tal veracidad (...) que el lector ya no pueda evadirla". Hoy, nosotros -que sabemos de nuestras propias experiencias históricas que las maquinarias políticas quieren borrar-, debemos ser a la vez ese escritor y ese lector... eso yace en el rango de nuestras posibilidades.

Traducción: Ramón Vera Herrera

* El libro de Naomi Klein será publicado en inglés por ICM Books, Nueva York, y por Actes Sud, en francés, hacia septiembre de 2007

© John Berger

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2 Comentarios:

A la/s 26 de junio de 2007, 9:26 p. m., Blogger Unknown dijo...

SOBRE EL TERRORISMO AUTORIZADO Y LA PRENSA VENAL DE PARAGUAY(Por Luis Agüero Wagner- (http://itaipuecidos.zoomblog.com)

A raìz de nuestra posición sobre la no renovación de la licencia a RCTV en
Venezuela, fuimos aludidos con innumerables inexactitudes en
el diario dirigido por Aldo Zuccolillo, hermano de un delator de la policía
polìtica de Stroessner y cuñado de una de las piezas claves del asesinato de
Orlando Letelier en Washington en los años 70 (Conrado Pappalardo), asì como
gran benefactor del centro de detenciòn y tortura
de la dictadura paraguaya con donaciones de dinero.
Las alusiones se dieron en una columna del
periodista Edwin Brítez, ex jefe de la sección política de Abc Color,
cercano colaborador del filizzolismo (se le conoce como ayudante del senador
José Nicolás Morínigo en varias publicaciones) y pareja de la directora de
comunicación social de la Presidencia de la República Alicia de Brítez, que
con frecuencia integra la comitiva oficial de Nicanor Duarte Frutos en sus
frecuentes excursiones recreativas por cuenta del Estado.
.Dice Aldo Zuccolillo -por intermedio de Brítez- que es víctima
de nuestras campañas, confundiendo los roles
desempeñados. Para ser víctima se requiere de una situación injusta, que no
se da en este caso, pues todo lo que hemos publicado sobre el aludido
personaje está perfectamente documentado y no escapa un milímetro a la
verdad. Todo el Paraguay sabe que el amo de Abc Color se autodefine en su
delirio como luchador contra la dictadura, siendo que apoyó a la misma por
casi dos décadas de manera abyecta e incondicional, llegando a jactarse
muchas veces de haber recibido a Stroessner en el local de su diario, y
habiéndole dedicado loas suficientes desde sus editoriales como para
empapelar toda la ciudad. También menciona como víctima a Alcibíades González
Delvalle, como si hubiésemos inventado su paso por las ensangrentadas
dependencias del Ministerio del Interior en tiempos de Édgar L. Ynsfrán. Lo
que puedo añadir al respecto es que probablemente allí el defenestrado
director de Cultura de la Municipalidad se inició como campeón de la
libertad de expresión, obligando a "hablar" y expresarse libremente a los
presos políticos mientras eran torturados en ese lugar.
Sobre los enredos de estos personajes con su otrora gran benefactor Alfredo Stroessner, resulta
cada vez más evidente que respondieron a desacuerdos particulares o de
negocios y no ideológicos o políticos, dado el rabioso anticomunismo y
maccartismo del que hacen gala, que alcanza en sus escritos un admirable
vuelo que hubiera envidiado el mismo Stroessner.No pretendo pontificar sobre
los asuntos de Venezuela, que en realidad preocupan poco a la sociedad
paraguaya, que tiene sus propios problemas y mucho más acuciantes que la
libertad para ver telenovelas de mal gusto de los venezolanos, aunque
reconozco que deben ser muy preocupantes para los intocables padres de la
patria periodística que lograron su tajada del espectro radioeléctrico por
decreto de Stroessner, o montaron sus diarios con dinero público o del
narcotráfico. No el balde el mismo senador Jesse Helms enviò a sus
emisarios a solicitar protecciòn de algunos de estos personajes cuando
instalò su empresa de telefonìa celular en Paraguay, en sociedad con otros
grandes filántropos como Jorge Mas Canosa. Negar en principio privilegios a estos ilustres personajes por desinformado le costò por entonces al gobierno paraguayo permanecer dos años sin embajador norteamericano (que en un paìs como Paraguay, con polìticos sin autonomìa de pensamiento, es como estar a la deriva).
Sobre el tema de los
estudiantes venezolanos que se manifiestan "espontáneamente" contra Chávez
como pretende hacer creer el recadero de Zuccolillo, me permito informarle
que los fondos que pagan la insurgencia universitaria en Caracas provienen
-según lo han informado ellos mismos- de La Pequeña Habana de Miami, asiento
de la terrorífica colonia batistiana.Para más detalles,
en esta sobresale como ilustre miembro el terrorista Luis Posada Carriles,
quien confesó a la periodista venezolana Alicia Herrera haber sido el autor
del atentado con bomba contra el vuelo Cu 455 de Cubana de Aviación, que el
6 de octubre de 1976 costó la vida a los 77 pasajeros y tripulantes de
varias nacionalidades que llevaba a bordo cuando estalló sobre las islas
Barbados.Con toda seguridad, Aldo Zuccolillo y sus asalariados están
absolutamente de acuerdo con que Posada Carriles haya sido liberado "por
razones humanitarias" hace unas semanas, dado lo mucho que aprueban la
política del presidente W. Bush, al punto de promover su trasnochado
bushismo pro ALCA en Paraguay utilizando como pretexto el tema de
Itaipú para disparar contra el Mercosur.

 
A la/s 29 de junio de 2007, 2:55 a. m., Blogger Emma Funes dijo...

lUIS:
ESTAS PÁGINAS ESTÁN ABIERTAS PARA TODO LO QUEQUIERAS DECIR Y DENUNCIAR.sABEMOS QUE aMÉRICA lATINA TODA ESTA SIENDO VÍCTIMA DE LOS SUPUESTOS ADALIDES DE LOS DDHH CUANDO HACE APENAS UNOS AÑOS, CALLABAN MIENTRAS SE TORTURABA GENTE O COPIABAN SUS DECLARACIONES.
EN ESTE, MI QUERIDO PAÍS, LA DERECHA SE HA ADUEÑADO DE LA CAPITAL FEDERAL, JUEGO DEMOCRATICO LE DICEN. MANIPULACION DE LA OPINION PUBICA, DISCURSOS SOBRE EL MIEDO Y LA FALTA DE MEMORIA LE DIGO YO, EMMA FUNES.
uN ABRAZO

 

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